Alquilar un barco
Normalmente se ofrecen dos tipos de alquiler, por parte de las empresas de alquiler de barcos:
1.- Barco completo.
2.- Plazas sueltas.
El barco completo se puede alquilar con o sin patrón. La persona que alquila el barco asume toda la responsabilidad sobre el barco. Por tanto es fundamental leer detenidamente el contrato y el seguro del barco y comprobar el estado general y el inventario del barco antes de zarpar.
La modalidad de plazas sueltas consiste en el alquiler de una o más plazas en un barco compartido con otras personas. En este caso siempre se alquila con patrón y éste es el responsable de la embarcación. Normalmente hay una reunión informal previa a la partida, para que patrón y tripulantes se conozcan y puedan perfilar el tipo de navegación que efectuarán, poniendo más o menos énfasis en la navegación pura, el fondeo u otras actividades alternativas, como pueda ser el buceo o las visitas culturales en tierra.
Elegir el barco de alquiler
A la hora de elegir un barco nos encontramos con tres opciones, de un modo general:
1.- Barcos a vela.
2.- Barcos a motor.
3.- Catamaranes.
Navegar a vela es una de las sensaciones más agradables que se pueden sentir en el mar. El barco de vela precisa de una mayor implicación por parte de los tripulantes, que deberán participar en mayor o menor medida en la realización de las maniobras, según lo pactado con la empresa de alquiler (en caso de alquilar con patrón).
La navegación a vela está más condicionada por las condiciones meteorológicas y el estado de la mar.
Las empresas de alquiler de embarcaciones no suelen disponer de mucha oferta de embarcaciones de motor, y éstas suelen limitarse a pequeñas lanchas para el denominado chárter de día, aunque también existe la opción de alquilar barcos a motor de mayor eslora, con patrón y tripulación.
¿Monocasco o catamarán?
El monocasco es más económico que el catamarán, a igual eslora. Esto es así porque la «superficie» que se alquila es mucho mayor en el catamarán, que posee una forma rectangular, frente al perfil clásico del monocasco, de mucha menor manga. O sea: un catamarán puede ser igual de largo (eslora) que un monocasco, pero siempre será más ancho (manga).
Por tanto estamos alquilando más metros cuadrados, lo que se traduce en una gran diferencia en las posibilidades de habitabilidad entre ambas opciones.
El monocasco tiene mayor difusión el el mercado de alquiler. Navega mejor en ceñida y es más sensible al trimado de las velas.
El catamarán es más estable y más rápido. Su habitabilidad, como hemos dicho, supera a la de los monocascos de la misma eslora, lo cual facilita mucho la vida a bordo, sobre todo navegando con niños y/o tripulaciones inexpertas.
La maniobra del catamarán es más sencilla que la de los monocascos.
El catamarán ofrece grandes espacios en cubierta para tomar el sol. Son ideales para zonas cálidas.
Los monocascos son más recomendables para travesías cortas.
El menor calado del catamarán le permite acceder a calas poco profundas, e incluso acercarse a la playa. Además, es mucho más estable en el amarre y el fondeo, aunque el amarre en puerto le penaliza por ocupar una gran superficie de amarre, con lo cual tiene que pagar por dos plazas en vez de por una.